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Algunos prefieren morir antes que renunciar a los abrazos y muestras de cariño
Tristan McConnell. 10 Octubre 2014

Le hemos pedido a Almudena que comparta con nosotros la experiencia que ha tenido en Guinea y Sierra Leona con la epidemia del ébola. Nos envía esta publicación sobre los problemas que plantea a la población la imposibilidad de enterrar a sus muertos y la necesidad de encontrar soluciones con ellos.


FOTO: John Moore. El cadaver de una joven de 28 años camino de la creación en Monrovia, mientras su hermana la despide con un puñado de polvo en su mano. Liberia. Oct. 10.
FOTO: John Moore. Una familia espera conmovida la llegada del equipo que recogerá el cadaver de uno de sus familiares. Liberia. Oct. 10.

Algunas personas prefieren morir de ébola antes que dejar a sus muertos sin entierro

Los antropólogos sostienen que las autoridades y los trabajadores de la salud no detendrán el ébola hasta que no se haga más para ayudar a los africanos occidentales que lloran a sus seres queridos.

Los trabajadores sanitarios en Monrovia han percibido en las últimas fechas una inquietante desconexión: mientras que la evidencia apunta a una expansión cada vez más acelerada del mortal virus del ébola en África Occidental, el número de cadáveres recogidos es cada vez menor.

Cada día los cuerpos de los fallecidos por ébola se recogen de los centros de tratamiento y hospitales de toda la capital de Liberia. Se almacenan en el depósito de cadáveres y luego se llevan a un crematorio para ser incinerados en la noche.

Pero el número de cadáveres recogidos, fuera de las instalaciones médicas –especialmente de los nativos que murieron- está cayendo.

"Muy, muy pocos de los que mueren en la comunidad son mostrados a sus familiares en su despedida, antes del entierro", dice Cokie Van der Velde, trabajadora sanitaria de la O.N.G. Médicos sin Fronteras, que organiza la recogida de los cadáveres en Monrovia.

El contacto con los cuerpos de aquellos que han muerto de ébola es muy arriesgado. La enfermedad es más contagiosa en sus etapas avanzadas, incluso después de la muerte. Según la Organización Mundial de la Salud, el peor brote de ébola en el mundo ha matado hasta primeros de octubre a 4.033 personas, más de la mitad en Liberia.

Van der Velde asegura que a finales de septiembre, el crematorio principal estaba funcionando a plena capacidad, quemando hasta 80 cadáveres a la vez en una pira masiva. A principios de octubre, el número de cuerpos se ha reducido a 30 o 40 al día. "Esto significa que están siendo ocultados y enterrados en secreto". Las muertes de Ébola en las zonas rurales están aún peor documentadas que en las ciudades.

"Buenas muertes" y "muertes malas"

La pregunta es entonces: ¿por qué se actúa de esta manera? Hay varias razones, aunque en realidad hay un hecho muy claro: a los fallecidos se les entierra siguiendo la tradición, al margen de las garantías de seguridad, para honrarlos y acompañarlos en su viaje hacia el otro mundo.

Estas creencias no son tan extrañas: la comunidad distingue entre "buenas muertes" y "muertes malas ".

En Europa, por ejemplo, con suerte, se puede morir en casa. Los parientes lloran. Después, a través de una gestión, de una llamada telefónica, una ambulancia llega, te meten en una bolsa hermética y te entierran. La empresa funeraria se encarga que sea un proceso limpio, impoluto. Tus seres queridos pueden, o no, tener contacto con tu cuerpo más tarde, dependiendo de las tradiciones religiosas o de otra índole.

Para muchas creencias tradicionales de África Occidental, al igual que los cristianos y los musulmanes, el entierro es una transición: "El funeral es el viaje" al mundo de los espíritus de los antepasados, como asegura a antropóloga Almudena Marí Sáez, becaria postdoctoral en el Hospital Universitario Charité de Berlín. Almudena, junto con Matthias Borchert, ha investigado el impacto social del ébola en Guéckédou, Guinea y en Sierra Leona.

En los lugares de África occidental más golpeados por el ébola, una "buena muerte" es algo muy personal y tiene que ver con lo sensitivo, con palpar y tocar al ser querido. Se llora sobre su cadáver, se besa se abraza... Son lavados por los familiares y ungidos con aceite de palma o vestidos con su traje favorito. Después, el cuerpo descansa en casa y finalmente se entierra muy cerca, a menudo en el patio exterior de la casa.

El problema, por supuesto, es que estos rituales de despedida en África Occidental son “carne de cañón” para fomentar la propagación del ébola.

Con el ébola no hay muerte buena.

Cualquier contacto físico -un simple abrazo, una caricia- puede propagar la infección. Con la muerte, la "carga viral" del cuerpo alcanza su pico. No hay nada más contagioso que el cadáver del recién fallecido.

Así que no puede haber entierro tradicional, el que garantiza que tanto su cuerpo como el descansarán en paz definitivamente y que consuela a los familiares sumidos en el duelo. El horror del ébola lo agrava por el espanto provocado por los cuerpos dejados en las habitaciones, en las carreteras o en las clínicas lejanas para ser enterrados o quemados por extraños en lugares desconocidos. "Imagínese perder 10 miembros de su familia y que nadie te dé un abrazo", comenta una epidemióloga de CDC que trabajó en Sierra Leona recientemente.

Pero muchos prefieren correr el riesgo

"Morir de Ébola es una cosa, pero ser privado de una forma correcta de pasar a la otra vida, tal como se entiende en África Occidental, es otra muy distinta", según James Fairhead, profesor de antropología en la Universidad de Sussex en el Reino Unido, en un documento informativo reciente sobre los ritos funerarios y el ébola.

FOTO: John Moore. Un hombre observa como el equipo de recogida se lleva el cuerpo de su esposa para icinerarlo. Monrovia, Liberia.
FOTO: John Moore. UN camión recorre las calles de Monrovia recogiendo los cuerpos sin vida de víctimas del ébola. Liberia. Oct. 10.
FOTO: John Moore. Un equipo de especialistas recoge el cadaver de una niña de 4 años en un apartamento en Monrovia. Liberia. Oct. 10.

Fairhead se centra en las tradiciones de la gente Kissi, que viven en partes afectadas por ébola de tres países: Guinea, Liberia y Sierra Leona. Sus habitantes creen que "un funeral realizado correctamente ayuda a los muertos a trasladarse a la aldea de los muertos en el que viven una vida similar a los de la tierra y siguen participando en los asuntos en la tierra”.

"¿Qué sucede cuando no se puede enterrar a la gente de una manera normal, cuando no se puede hacer un duelo en condiciones?", Se pregunta Almudena. En lugar de una comunidad que se reúne para llorar una pérdida, aparece de improviso gente en trajes de protección bioquímica que rocían a los muertos con cloro antes de introducirlos, junto con sus ropas, en bolsas selladas.

Sólo los extraños y los malditos están enterrados fuera de la aldea

La proximidad tradicional de las tumbas a los hogares en Guinea, Liberia y Sierra Leona "muestra lo cerca que está de nosotros el mundo de los espíritus" dice Almudena. "Nunca se está totalmente independiente de los muertos". Sólo los extraños y los malditos están enterrados fuera de la aldea.

Fairhead señala que el aislamiento y el tipo equivocado de entierro no sólo se consideran una falta de respeto sino además, algo peligroso.

Si el funeral no se realiza correctamente, el “paso” al otro mundo se considera incompleto. Es entonces cuando actúa la creencia de que el espíritu puede seguir presente, perdido y errante, capaz de maldecir a los que no cumplieron sus obligaciones sociales.

"La respuesta a la crisis del ébola se ha llevado a cabo sin una comprensión de la importancia detallada de cómo los acontecimientos alrededor de la muerte y el entierro son críticos para la seguridad personal y la comunidad", dice Fairhead. Es el resultado de la resistencia a las nuevas prácticas forzadas por esta nueva situación.

Pero los antropólogos señalan que el pragmatismo y la flexibilidad son elementos fundamentales de las tradiciones que unen a las comunidades en los países asolados por ébola. Aseguran que estos rasgos podrían ser mejor aprovechados para mejorar la eficacia de la respuesta.

"La gente es extremadamente adaptable, especialmente en las zonas rurales", dice Mariane Ferme, profesora de la Universidad de California, Berkeley, y autora de la obra sobre Sierra Leona "Lo que subyace bajo las cosas".

Para concienciar a las personas hay que hablar con ellas

Si los expertos médicos y autoridades de gobierno quieren concienciar a las personas, necesitan hablar con ellos, no limitarse a imponerles órdenes únicamente.

"No hay forma de revertir esta situación si no se enfoca únicamente bajo el prisma del aislamiento, que es lo que realmente va a reducir la transmisión", dice Ferme. Se necesita una "intervención de base" pero se necesita además que las agencias internacionales estén dispuestas a escuchar a las comunidades afectadas.

"Creer que la solución estriba en limitarse a transmitir correctamente los mensajes, en decirle a la gente lo que tiene que hacer, en lugar de ir y sentarse y escuchar de qué otra manera se podría actuar, más acorde a sus tradiciones y a sus sentimientos", dice Ferme.

Encontrar una manera de responder a Ébola en formas que tengan sentido y sean aceptadas a nivel local será clave para detener su propagación a través de las comunidades. Pasando por encima de las prácticas y las creencias tradicionales, a la vez que se limitan a enviar órdenes estrictas no detendrán los funerales peligrosos, los cadáveres ocultos o cualquier otra cosa.

"Para llegar a una solución aceptada localmente hay que dialogar con la gente", dice Annie Wilkinson , investigadora del Instituto de Estudios para el Desarrollo del Reino Unido.

Artículo publicado en www.globalpost.com:

http://www.globalpost.com/dispatch/news/health/141010/familes-cant-mourn-ebola-victims-liberia